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Por fin un nuevo disco de Jamiroquai!
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Ya falta poco, lo se!
Salgo, cada día oscurece antes, y la veo des de lo alto de las escaleras, grande, bella e iluminada. Desde este extremo de la avenida se ve perfecta. Salgo, como cada día, cabizbajo y con cierta basurita en el corazón como dice una buena amiga argentina. Melancólico por el jazz y por los tiempos mejores, tan olvidados a estas alturas, me froto las manos. Reaccionan y sonrío*. Concentrado en contenerlo todo dentro adquiero una velocidad de crucero que me permita seguir observándola.
A la mitad del trayecto aparecen ciertos detalles curiosos que la hacen más única que antes. Tengo que alzar más la mirada, la velocidad se reduce a la par que la contención surte efecto. Es inevitable, me digo a mi mismo. Noto como la cara se relaja, giro la cabeza por Córcega y sonrío**.
Llegando a los pies del monumento totalmente erguido, relajado y contenido contemplo ya parado: la robustez, la seguridad y el pasar del tiempo en él. Todo me hace pensar en cómo fue bautizado por ese genio. La familia como proyecto vital, difícil de construir pero solido, llenando este paseo con cosas que hacen que valgan la pena. Realmente sí, lo es: Sagrada Familia.
Ahora entiendo el nombre justo cuando uno ya puede decir que ya no le queda familia.
*Me acuerdo de todos los ratos felices en que se me usa como estufa, debajo de una manta, por estas épocas, pegados sin mas.
**Te extraño y mas desde la última llamada pero no quiero abrumarte con mis cosas, cuando vuelva de Berlín nos concedemos una cena con buen vino, nuestra complicidad y sobretodo una de nuestras criaturas (volví a sonreír, ¡gracias!)
Etiquetas: visceras
Camino, toda la espalda erguida, larga, el espacio intervertebral al máximo, torso en alto, abdominales aliviando tensión en la espalda. Soy una máquina perfecta de andar (muslo, rodilla, pantorrilla), pateo el suelo, me lanzo entre la multitud, sin parar. Floto entre la gente mientras mi cabeza está en otra parte, calculando el siguiente paso de cualquier plan maestro…
Una luna baja ilumina mi camino, recortada por unas callejuelas estrechas y abarrotadas de tenderetes, farolas y animalillos domésticos, pero sigue allí, perfecta. Lo noto, mi frente se destensa, mis cejas reposan sobre la visera de mi cráneo, mis parpados se entrecierran achinando más la mirada, las comisuras de mis labios tiradas por mis pómulos suben dibujando una sonrisa característica, el mentón empuja toda la cabeza unos quince grados sobre la horizontal. No lo puedo evitar, la mandíbula inferior cae y el aire se llena de una oronda carcajada generada más allá del diafragma. Retumba por dentro, he de parar y paro.
Nunca pensé que se pudiera reír así por algo que no fuese explícitamente gracioso, pero que bien sienta.
Me recupero y sigo andando entre el gentío, me encanta mi nuevo barrio.
Etiquetas: impulsos
Perplejidad, azoramiento, sorpresa, agobio, sensaciones sinceras que como tales halagan, seguidas de alegría, felicitaciones y buenos augurios para esta nueva etapa. Todo cambio es bueno en sí mismo y este más. ¡Señoras, señores en breve dejaré de ser verde! (y conoceré gente nueva… y tendré un horario racional… y trabajaré de lo que me gusta… y… y… y…)
PD: Gracias Miriam y Elena por vuestro trato y conversación, gracias por permitirme mostrarme como soy y estar por mi.
¿Cómo he podido? Lo siento.
A pesar de todo lo bueno (ya tocaba) que me ocurre, hoy me sentí especialmente mal. Hice daño a alguien a quien amo con locura. No es justo, sin saberlo, lo prometo. Hendí sin más, una frase al centro de su alma. Despedacé el sentir, ya que a llanto roto y hablar esquivo me enfrenté durante la comida.
Lo siento porque amo incondicionalmente, sin motivo, solo porque esta. Incomodidad, pena, infinita ternura y máxima protección. A mí se me partió el alma al ver el cuadro. Me odié, me maldecí por no prever, por egoísta, por idiota, en fin, por bajar la guardia y entrar en una rutina de recibir siempre y dar en cuenta gotas. La perdí un poco (aunque el solo hecho de perderla en cualquier medida sea un desastre), no por ella, sino por mí, le hice daño y a mí mismo también. Años con un vínculo como si de siameses se tratara y me descuidé, no volverá a pasar, no puede pasar, ni pasará.
Silencio, solo se ve eso. Silencio. No, no, no. No es eso. Llueve, fuera llueve, no se ve pero cala, dentro, muy dentro, constante, sin parar. Los ojos solo ven silencio. Hace frío, tiemblo. El silencio duele, me ahogo, la lluvia pesa. Oscuro, no oigo nada. Pienso, rápido, en círculos, sin parar. Me ahogo. Y de repente…